lunes, 19 de agosto de 2013

Lo que está entre la vida y la muerte

Lo que está entre la vida y la muerte

Una historia que lamento contar


Siempre me pregunté qué lidia entre la vida y la muerte. No qué Lidia. Es decir no Lidia la amiga de mi vieja, sino que hay entre la vida y la muerte.

El otro día estaba durmiendo. Eran las once de la mañana. Dormía y el bufido del celular me despertó por unos segundos. No atendí porque no llegué. A los pocos segundos otra vez el celular. Un mensaje. Lo leo. “Llamame. Es urgente”.



Ese día había fallecido el papá de una gran amiga mía. Apenas supe la noticia me levanté de la cama. Salí. En el camino me encontré con unos amigos y fuimos en tren hasta Haedo. En el viaje la mala noticia se diluyó entre anécdotas graciosas. Un poco nos habíamos olvidado del hecho.

Llegamos hasta al hospital. Preguntábamos ventana por ventana dónde estaba el deceso. Nos mandaban de acá para allá y en el medio ring los celulares y dónde estás y a dónde te fuiste que falleció el papá de una amiga que no te la puedo creer que después te llamo. Chau.

Hasta que por fin dimos con mi amiga. Ella vino hacia nosotros eyectada por el dolor como humo de una chimenea de tren. Lloraba, no podía más. Hablaba y entre medio de las palabras aspiraba los mocos que se le iban cayendo. Lloraba en un llanto húmedo que mojaba las palabras.

Y ahí lo supe. Ahí pude entender realmente qué hay en el medio. Pude ver con claridad qué había entre la vida y la muerte.  

Algunos dicen que entre la vida y la muerte está el limbo. Las religiones lo dicen. Al limbo o purgatorio va tu alma a expiar culpas y ahí se queda hasta que alguna fuerza divina defina si vas al cielo o al infierno.

También escuché que entre la vida y la muerte ves tu vida pasar en menos de un segundo. Te ves de pibe, te ves cuando anduviste en bici, te primera vez, tu primera puta.

Para mí todo eso era mentira. O no me lo creía. Mi amiga estaba entre la vida y la muerte. Porque su papá estaba en la muerte: inerte, carente de gestos, sin risa. Nosotros en la vida: parados, caminando, con fuerza y haciendo chistes.

Mi amiga, en cambio, estaba entre la vida y la muerte. No estaba carente de gestos, se podía ver su dolor, sufrimiento, desazón. Pero no estaba inerte, porque se movía aunque sus pasos fueran débiles. Al mismo tiempo no tenía risa, pero podía caminar. Lo único que no tenía era fuerza.

Y ella vino hasta mí y me empapó de un tirón el hombro. Me pidió perdón y con su manga trató de limpiarme. Yo le dije:

—Quedate tranquila que es la única mancha, que en esta vida, me hace sentir que todavía estás conmigo. Y es la única mancha que acepté recibir con total tristeza.



Al otro día volví a mi casa un poco acongojado. Son esos hechos que nos rozan pero que aun así nos duele tanto. Volví a mi casa y me puse a pensar. Y entendí una cosa: que a mucha gente le cuesta volver a la vida, porque lo que pasa entre la vida y la muerte es el recuerdo de lo más importante que hemos perdido y duele olvidarlo.

Y acá está el video:


martes, 6 de agosto de 2013

El negocio del arte o el arte del negocio

El negocio del arte o el arte del negocio

¿Por qué los artistas pasaron a formar parte de una estructura feudalista?


El título no hace alusión a cuestiones de gerenciamiento. Tampoco el presente escrito brindará herramientas sobre cómo realizar un negocio exitoso. Lo que a continuación trataré de explicar está totalmente alejado al mundo del management.

Lo cierto es que cuando hablo de arte, me refiero a las bellas artes. A las expresiones artísticas. Cuando digo negocio me refiero al ambiente mercantil que pulula alrededor de las bellas artes.

Lo que a continuación trataré de plasmar tiene que ver con cómo los artistas están inmersos en el mundo de los negocios que inexorablemente deben atender y deben saber estar.



Hace ya cuatro años que transito distintos escenarios, en los que desarrollo distintas disciplinas: stand up, poesía oral y música.

A lo largo de este corto tiempo he visitado varios lugares. Me he presentado en bastantes ámbitos, todos ellos, en algunos aspectos, parecidos y en otros muy distintos. Todos se parecen en algo: permiten que expreses lo que pensás sin restricciones. Luego están las diferencias que tienen que ver con el manejo gerencial del lugar, costos, tiempo asignado e infraestructura.

Fui a lugares muy under, como se le dice acá a los lugares que son poco masivos y que tienen una cartera de clientes muy selecta, particular o que maneja cierto código común. Fui, también, a otros lugares que no son tan under y qué están en un nivel intermedio: hay gente que elije entrar al lugar y que no necesariamente tengan características afines al lugar o a la gente que presenta el show, pero que aun así la gente que va es invitada o atraída de manera casi casual por el lugar. El último tipo de lugar vendría a colocarse en lo que se llama la escena principal o la main screen, que son lugares bien ubicados, a la vista de todos, y en el cuál la gente recurre masivamente y entran a los shows por propia convicción.

Hasta acá sólo he descripto tres tipos de escenarios. Las descripciones son muy generales pero lo que quiero expresar es que hay diferencias notorias entre el primero y el último escenario.

La infraestructura es lo que menos me preocupa para estos casos. Pero si aclarar que los escenarios del under y los que están en el medio carecen del equipamiento técnico que si tienen los escenarios de alto nivel; pero, no obstante, los escenarios del under y de los que están en el medio tienen buen equipamiento. En los tres se pueden hacer shows aceptables.

Pude ver, en este corto tiempo, cómo se trata al artista en el mundo de los negocios. Y creo yo que no muy bien. Es decir que no es que se lo trate mal a nivel personal, pero si se estima hacer un negocio permanente con el artista por parte de algunos dueños de sala y/o productores.

Ya no importa cuál es la propuesta sino cuánta gente podés traer. No se trata de darle más facilidades al tipo que está recién arrancando, sino de ver hasta cuanto le da para seguir sosteniendo económicamente de su bolsillo el espectáculo que está haciendo.

Y en esto hay que saber diferenciar. No es lo mismo ir a hacer alguna presentación gratis y de onda porque un amigo te pidió que vayas; a ir a actuar a un lugar y tener que soportar todos los embates solo, ya no importa únicamente si tenés que poner plata o no, también hay exigencia: de tiempos, de coordinación, de comunicación, de publicidad, de negociación, etc., etc., etc. Pero todo esto se da en un contexto similar a un restaurante de comidas rápidas. Tiene que salir como sea y tiene que ser redituable. Si no da algún tipo de ganancia no es bueno. Es un poco la lógica capitalista que se ha transpolado al mundo de las bellas artes.

El que hace algún tipo de arte quiere actuar y mostrarse a toda costa y en definitiva aguanta cualquier embate. Paga lo que tiene que pagar, hace una hora de espectáculo, entrega a horario, coordina con su equipo, negocia con los organizadores o dueños de la sala, publicita el evento en cuanto baño de bar encuentre, etc., etc., etc.

Pero también el artista hace todo como puede y me parece perfecto. La crítica no es esta. Tiene que ver más con la especulación económica generada alrededor de un tipo que sólo quiere mostrar lo que hace.

Esto se da mucho en la escena principal. Porque el tipo va hace todo lo que tiene que hacer y ante el mínimo error cae ante él una suerte de acreedores queriendo lo suyo. El tipo otorga esas concesiones pero después no le queda más resto y decide retirarse de la escena principal hacia otro lugar más under.

Claro está que lo de “el mínimo error” y lo de “los acreedores” es un ejemplo exagerado. Pero nos da también a pensar en esto: ¿estamos dejando que sólo los que pueden bancar económicamente estos espacios se mantengan? Entonces, ¿qué se está pregonando: calidad o venta de boletos?

Hay una suerte de error en todo este sistema que obliga al artista a bancar todo esto. Cuando ni por azar debería ser así, o por lo menos no a niveles tan especulativos. Se debería dar la oportunidad o las facilidades para que una obra pueda mantenerse en cartel por equis cantidad de meses. Aunque si uno se pone a pensar mejor, son decisiones políticas. Y no estamos en presencia de un gobierno muy pro-cultural que digamos (se entendió la sutileza ¿no?).

¿Qué le pasa al artista cuando ve que no tiene un mango para pagar tan onerosos espacios? Se mueve a sectores más clandestinos o poco frecuentados. ¿Y después que le pasa? Vive sabiendo que deberá trabajar toda su vida remachando zapatos —sin desmerecer al oficio—, pero sabiendo, también, que jamás tendrá oportunidad de aunque sea mostrarse a cien personas o seguir perfeccionándose y en el mejor de los casos vivir de lo que ama.

Y pero ¿qué pasa con el tipo que sólo quiere mostrarse? Si bien no sufre tanto porque solo quiere mostrar lo que hace sin importar dónde, también es cierto que no se le muestra un camino de oportunidad; una puerta en dónde pueda mostrar a más gente lo que hace; una chance para que pueda vivir. Este tipo de artistas, sumamente respetables, son los que más convienen, porque no son pretenciosos. Pero también es cierto que caen en ese lugar por dos razones: resignación o elección.

Es claro que nadie puede vivir de lo que ama, no todos pueden vivir del arte y mucho menos en este sistema. Pero también se puede decidir. El artista debe entender que está en una posición de poder absoluta con respecto a las demás partes negociadoras. Debe entender que es él quien hace de los escenarios lo que son. Tiene que entender que es el que hace que los lugares ganen dinero.

Y entonces debe saber que tiene el poder de elegir. Elegir en qué lugar estar. Elegir a quién generarle el negocio y a quién no. Elegir qué decir y que no. Elegir el tiempo que respete: tanto a las obras venideras como a la suya, y en caso de excederse hablar con los que vienen después y llegar a un acuerdo sin la presión de que le pueden cobrar más.

De esta manera hacer entender que los que son de afuera no pueden poner un precio al arte, pero que nosotros sí. Y la pregunta final que hago es ¿Es posible desarticular el sistema mercantil que gira alrededor de las bellas artes? ¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué no pretender que los lugares no sigan haciendo del arte un negocio?


Como conclusión de todo esto quiero aclarar que no estoy en contra de nadie y de ninguna forma de negocio. Entiendo que hay costos que asumir y entiendo que hay un espacio que mantener. Y me parece mejor que se mantengan espacios para actuar y no que sean cerrados. Lo que si no comparto es que se tome al artista como puntapié inicial para encarar un negocio especulativo. Tampoco comparto la forma vertiginosa con que se trabaja en la escena principal. ¿Debe haber un negocio? Sí, porque también hay que ganar dinero, pero la pregunta sería ¿cómo debería ser el negocio? ¿Estricto? ¿Flexible? ¿Cerrado? ¿Abierto? Si queremos que el arte sea un negocio redituable y de calidad hay que replantearse el sistema.

Asimismo creo que no está dada la decisión política que permita que muchos más artistas se muestren. Es decir hay unos atisbos por crear movidas culturales, pero no suelen ser muy abarcativas. Pero para que esto cambie tiene que haber un gobierno que también provea herramientas a los dueños de salas.

Con respecto a los espacios conozco unos cuantos en los que los artistas trabajan codo a codo con los dueños o coordinadores de los espacios. Y es en donde salen los mejores shows. No los voy a nombrar pero son gente que trabaja por y para los artistas y les interesa el arte. Y asumen todos los costos sin tener que cobrar nada, solo que un treinta por ciento de la recaudación.

Las políticas que embanderan secretamente el negocio terminan generando que muchos productos de alta calidad tengan que relegarse a espacios menores. Pero la perdida es realmente mayor. Porque lo que se pierde es parte de un patrimonio cultural. Aquellos que hacen negocio, de alguna forma, contribuyen a que la cultura se pierda y la gente no pueda enriquecerse de esa obra.


A todo esto. Recomiendo abiertamente ir a lugares under y ver una obrita de teatro, en el cual el público seas vos y cinco personas más. Seguramente ahí haya una joya. 


SALUDOS!!!!

 

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