viernes, 19 de julio de 2013

El perdón después de la traición

El perdón después de la traición

Un historia real que nos platea nuevas dudas




Hace ya varios meses me llegó la noticia de que un amigo que se había separado de su novia. Mi amigo y su novia dejaron una relación de dos años que iba encaminada. Tanto es así que ya estaban conviviendo.
Mi amigo —vamos a llamarlo Martín—, me llamó un día por teléfono. Noté cierta desazón en su voz y supe de buenas a primeras que la noticia no iban a ser gratas. Como esa sensación que se tiene cuando un profesor de secundaria, antes de darte la nota final, expele el aire entre dientes haciendo un sonido de “ssssss” mientras estira los labios y aprieta los dientes. Mi amigo me confesó todo de un tirón: ella lo había engañado con su anterior pareja.

Los vericuetos que había en aquella historia eran varios. Historia que me contaría con lujos de detalles en un bar entre Bompland y Honduras. Martín estaba acompañado de su cuñada. Su compañía me llamó la atención, pero no hizo mella en mis juicios.

Martín, ya repuesto y seco de lágrimas, me dijo:

— Ella se fue con el papá de Belén.
— ¿¡Qué!?
— Si. Se ve que se mandaban mensajes cariñosos y bueno ella aflojó. Se le removieron los recuerdos y aceptó en verlo. Nunca me iba a imaginar esto. En fin. Un día veo que se ilumina la pantalla del celular. Lo agarro con la intención de alcanzárselo a ella. No pude resistir la tentación de ver quién era el destinatario. Si. Era él, el ex, el papa de la hija de ella.

Hubo más detalles aquel día. Detalles que no importan tanto. Algunos insultos, ademanes, planificación de venganzas, cervezas. La cuñada cada tanto acotaba, imbuida por el enojo y la sorpresa. Casi sentenciando decía que cómo su hermana podía hacer esto sin pensar en su hija. Yo la miraba un poco reacio. Sentí un dejo de oportunismo.

Pude entender que ese oportunismo, o vaya a saber qué era, se debía a que la cuñada salía con la ex pareja de la ex novia de mi amigo. Sí, es complicado. Para entenderlo mejor lo voy a decir de otra manera: mi amigo salía con una chica. “Esta chica” tuvo una pareja con la que concibieron a  un hijo. La expareja de “esta chica” noviaba con la hermana de “esta chica” ¿Ahí se entendió mejor?


La noticia me había impactado bastante. No tanto por la infidelidad, sino porque mi amigo le había dado un techo y un cuidado a su hija. Cuidaba tanto a su hija que oficiaba de padre, ante la ausencia del padre biológico.

Uno quiere tanto a sus amigos que solo les desea las buenas noticias para ellos. Pero cuando llegan las malas trato de dar lo que puedo. Esta vez me tocó dar un oído y buenos consejos.

Seguí sumido en la sorpresa tras la noticia. Pensaba en cómo podían pasar estas cosas. O, mejor dicho, como alguien puede menospreciar de esa forma el amor y la ayuda que se le brinda.

Llamé a Martín un día para saber cómo andaba. Hablamos de cosas sin sentido y otras de vital importancia. Le aconsejé que se alejara de ella y de su familia por más buena relación que tuviera: era peligroso. Además le presagié que la hermana de su expareja me generaba ciertas sospechas y le di mis motivos.


A los pocos días recibí un llamado. Era Martín. Supuse que estaba mal y necesitaba mi compañía. Lo atendí.

Para mi sorpresa mi amigo se había reconciliado con su expareja, que ahora ya había dejado de ser “ex” para pasar a ser pareja.

Cuando me junté con mis otros amigos, que son también amigos de Martín y les comenté todo el trajín de la situación: el engaño, los consejos, la desazón y la reconciliación.  Generó en mis amigos cierto resquemor ¿cómo va a volver después de lo que esta “flaca” le hizo? Lo cierto es que este comentario hizo que tuviéramos varias discusiones bizantinas. Los argumentos eran variados y cada uno tenía sus razones para sostenerlos.

— Pero ella se cagó en lo que sentía Martín y él la perdonó igual. Yo la hubiese dejado ahí. Hago mi vida de vuelta —decía Sofía en un tono perentorio.
— No sé hace dos años que estaban juntos —acotaba Esteban tratando de amenizar el ambiente— como para tirar todo a la basura. Pero por otra parte es jodido volver a verla a los ojos después de eso. No sé, yo ya no entiendo nada.

Y lo que dijo Esteban resume lo que todos pensamos: ya no entiendo nada.


A los pocos días hablé con Martín para obtener un poco más de claridad en mis pensamientos. No entendía esta nueva faceta del ser humano. No cabían en mi mente la traición y el perdón. O, si coexistían, lo hacían pegándose codazos.

Para nosotros es muy difícil perdonar tras una traición. Porque siempre lo que pesa es la traición y no el hecho o el error. Y es entendible. Perdonamos casi como si existiese un formulario que nos da el devenir de nuestra actitud. Casi siempre perdonamos pero nos queda ese resquemor y es necesario hacerle sentir eso. ¿En eso consiste el perdón? No. ¿Consiste en la absolución de todos los pecados y en la absolución eterna? No necesariamente.

El error muchas veces suele ser condenable; la traición es requisito para el destierro ¿Es así?

¿Estamos dispuestos a vivir cargando una traición que nos han hecho? No lo creo. No tenemos tanto aguante.

Y a todo esto ¿Qué es una traición? Sin ir al diccionario podríamos decir que es todo acto voluntario pergeñado contra alguien. Y de ahí radica nuestra dificultad para perdonar la traición: porque es un acto consciente. Y en cierta manera lo celebro. Yo tampoco perdonaría una traición.


El hecho es que Martín si fue capaz de perdonar una vil traición. Como bien dije me explicó sus motivos cuando nos encontramos:

— Lo que pasa es que cuando vos te separas de alguien, te separas de toda su vida: de su familia, de sus hijos, de sus amigos, etc. Y es difícil porque uno toma cariño. Y yo tomé cariño de su hija. Los días en que ella se fue no pude dormir tranquilo. Me levantaba cada dos horas para revisar que la hija esté durmiendo tranquila. Cuando me daba cuenta de que la hija ya no estaba y que mi control era inútil, me entristecía. Es duro, pocos me entenderían. Muchos me dirán que soy un gil, que por qué volví si me re cagó, que esto que lo otro. Pero es difícil. Bancarse tanto dolor es difícil.

Si uno analiza el discurso —discurso lleno de dolor— encuentra cierta veracidad. Hasta me animaría a decir que es muy razonable. Casi que muchos haríamos lo mismo, o la gran mayoría que dijo que no lo volvería con su pareja, bajo estos argumentos, lo haría.


La cuestión aquí no es si existe o no el amor. Yo soy uno de los que creen que existe. Pero se presenta de una manera que es distinta a la figura poética que muchos autores han sabido ilustrar. El amor es tanto así como uno quiera. Es una definición muy laxa, pero no. Yo creo que no existe la definición precisa. Aunque creo que si hay una definición propia. La mía es que no existe el amor, salvo el amor a uno mismo.

Erich Fromm ilustra esto magníficamente en su libro El arte de amar. Fromm dice que no puede existir el amor si primero no hay amor a uno mismo. De forma tal que amarnos tanto nos permita entregar amor genuino y que tenga valor.


La manera más difícil de vivir es ir en contra del amor. En todos los órdenes de la vida. Y aquí nace esta pregunta que usted debe resolver: ¿Es correcto perdonar traiciones si traen amor a uno mismo?


SALUDOS!!!



2 Comentarios:

  1. Creo que esto no trajo amor, sino mas engaño a Martín que a su vez en gaña a "la chica" y envuelve a Belén en una burbuja de realidad que un día se va a pinchar.

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    1. Yo creo lo mismo. Creo que lo que trajo es más un sentimiento de venganza. Creo que Martín considera a esta nueva oportunidad como una revancha.

      En cuanto a Belén, la hija, podríamos decir que está en una burbuja. Pero también recibe el afecto que tiempo atrás no recibía del padre.

      Gracias por comentar :D

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