El perdón después de la traición
Un historia real que nos platea nuevas dudas
Hace ya varios
meses me llegó la noticia de que un amigo que se había separado de su novia. Mi
amigo y su novia dejaron una relación de dos años que iba encaminada. Tanto es
así que ya estaban conviviendo.
Mi amigo —vamos
a llamarlo Martín—, me llamó un día por teléfono. Noté cierta desazón en su voz
y supe de buenas a primeras que la noticia no iban a ser gratas. Como esa
sensación que se tiene cuando un profesor de secundaria, antes de darte la nota
final, expele el aire entre dientes haciendo un sonido de “ssssss” mientras
estira los labios y aprieta los dientes. Mi amigo me confesó todo de un tirón:
ella lo había engañado con su anterior pareja.
Los vericuetos
que había en aquella historia eran varios. Historia que me contaría con lujos de
detalles en un bar entre Bompland y Honduras. Martín estaba acompañado de su
cuñada. Su compañía me llamó la atención, pero no hizo mella en mis juicios.
Martín, ya
repuesto y seco de lágrimas, me dijo:
— Ella se fue con el papá de Belén.
— ¿¡Qué!?
— Si. Se ve
que se mandaban mensajes cariñosos y bueno ella aflojó. Se le removieron los
recuerdos y aceptó en verlo. Nunca me iba a imaginar esto. En fin. Un día veo
que se ilumina la pantalla del celular. Lo agarro con la intención de
alcanzárselo a ella. No pude resistir la tentación de ver quién era el
destinatario. Si. Era él, el ex, el papa de la hija de ella.
Hubo más
detalles aquel día. Detalles que no importan tanto. Algunos insultos, ademanes,
planificación de venganzas, cervezas. La cuñada cada tanto acotaba, imbuida por
el enojo y la sorpresa. Casi sentenciando decía que cómo su hermana podía hacer
esto sin pensar en su hija. Yo la miraba un poco reacio. Sentí un dejo de
oportunismo.
Pude entender
que ese oportunismo, o vaya a saber qué era, se debía a que la cuñada salía con
la ex pareja de la ex novia de mi amigo. Sí, es complicado. Para entenderlo
mejor lo voy a decir de otra manera: mi amigo salía con una chica. “Esta chica”
tuvo una pareja con la que concibieron a un hijo. La expareja de “esta chica” noviaba
con la hermana de “esta chica” ¿Ahí se entendió mejor?
La noticia me
había impactado bastante. No tanto por la infidelidad, sino porque mi amigo le
había dado un techo y un cuidado a su hija. Cuidaba tanto a su hija que
oficiaba de padre, ante la ausencia del padre biológico.
Uno quiere
tanto a sus amigos que solo les desea las buenas noticias para ellos. Pero
cuando llegan las malas trato de dar lo que puedo. Esta vez me tocó dar un oído
y buenos consejos.
Seguí sumido
en la sorpresa tras la noticia. Pensaba en cómo podían pasar estas cosas. O,
mejor dicho, como alguien puede menospreciar de esa forma el amor y la ayuda
que se le brinda.
Llamé a Martín
un día para saber cómo andaba. Hablamos de cosas sin sentido y otras de vital
importancia. Le aconsejé que se alejara de ella y de su familia por más buena
relación que tuviera: era peligroso. Además le presagié que la hermana de su
expareja me generaba ciertas sospechas y le di mis motivos.
A los pocos
días recibí un llamado. Era Martín. Supuse que estaba mal y necesitaba mi
compañía. Lo atendí.
Para mi
sorpresa mi amigo se había reconciliado con su expareja, que ahora ya había
dejado de ser “ex” para pasar a ser pareja.
Cuando me
junté con mis otros amigos, que son también amigos de Martín y les comenté todo
el trajín de la situación: el engaño, los consejos, la desazón y la
reconciliación. Generó en mis amigos cierto
resquemor ¿cómo va a volver después de lo que esta “flaca” le hizo? Lo cierto
es que este comentario hizo que tuviéramos varias discusiones bizantinas. Los
argumentos eran variados y cada uno tenía sus razones para sostenerlos.
— Pero ella se
cagó en lo que sentía Martín y él la perdonó igual. Yo la hubiese dejado ahí. Hago
mi vida de vuelta —decía Sofía en un tono perentorio.
— No sé hace
dos años que estaban juntos —acotaba Esteban tratando de amenizar el ambiente—
como para tirar todo a la basura. Pero por otra parte es jodido volver a verla
a los ojos después de eso. No sé, yo ya no entiendo nada.
Y lo que dijo
Esteban resume lo que todos pensamos: ya no entiendo nada.
A los pocos
días hablé con Martín para obtener un poco más de claridad en mis pensamientos.
No entendía esta nueva faceta del ser humano. No cabían en mi mente la traición
y el perdón. O, si coexistían, lo hacían pegándose codazos.
Para nosotros
es muy difícil perdonar tras una traición. Porque siempre lo que pesa es la
traición y no el hecho o el error. Y es entendible. Perdonamos casi como si
existiese un formulario que nos da el devenir de nuestra actitud. Casi siempre
perdonamos pero nos queda ese resquemor y es necesario hacerle sentir eso. ¿En
eso consiste el perdón? No. ¿Consiste en la absolución de todos los pecados y
en la absolución eterna? No necesariamente.
El error
muchas veces suele ser condenable; la traición es requisito para el destierro
¿Es así?
¿Estamos
dispuestos a vivir cargando una traición que nos han hecho? No lo creo. No
tenemos tanto aguante.
Y a todo esto
¿Qué es una traición? Sin ir al diccionario podríamos decir que es todo acto voluntario
pergeñado contra alguien. Y de ahí radica nuestra dificultad para perdonar la
traición: porque es un acto consciente. Y en cierta manera lo celebro. Yo
tampoco perdonaría una traición.
El hecho es
que Martín si fue capaz de perdonar una vil traición. Como bien dije me explicó
sus motivos cuando nos encontramos:
— Lo que pasa
es que cuando vos te separas de alguien, te separas de toda su vida: de su
familia, de sus hijos, de sus amigos, etc. Y es difícil porque uno toma cariño.
Y yo tomé cariño de su hija. Los días en que ella se fue no pude dormir
tranquilo. Me levantaba cada dos horas para revisar que la hija esté durmiendo
tranquila. Cuando me daba cuenta de que la hija ya no estaba y que mi control
era inútil, me entristecía. Es duro, pocos me entenderían. Muchos me dirán que
soy un gil, que por qué volví si me re cagó, que esto que lo otro. Pero es
difícil. Bancarse tanto dolor es difícil.
Si uno analiza
el discurso —discurso lleno de dolor— encuentra cierta veracidad. Hasta me
animaría a decir que es muy razonable. Casi que muchos haríamos lo mismo, o la
gran mayoría que dijo que no lo volvería con su pareja, bajo estos argumentos,
lo haría.
La cuestión
aquí no es si existe o no el amor. Yo soy uno de los que creen que existe. Pero
se presenta de una manera que es distinta a la figura poética que muchos
autores han sabido ilustrar. El amor es tanto así como uno quiera. Es una
definición muy laxa, pero no. Yo creo que no existe la definición precisa.
Aunque creo que si hay una definición propia. La mía es que no existe el amor,
salvo el amor a uno mismo.
Erich Fromm
ilustra esto magníficamente en su libro El
arte de amar. Fromm dice que no puede existir el amor si primero no hay
amor a uno mismo. De forma tal que amarnos tanto nos permita entregar amor
genuino y que tenga valor.
La manera más
difícil de vivir es ir en contra del amor. En todos los órdenes de la vida. Y
aquí nace esta pregunta que usted debe resolver: ¿Es correcto perdonar
traiciones si traen amor a uno mismo?
SALUDOS!!!
Creo que esto no trajo amor, sino mas engaño a Martín que a su vez en gaña a "la chica" y envuelve a Belén en una burbuja de realidad que un día se va a pinchar.
ResponderEliminarYo creo lo mismo. Creo que lo que trajo es más un sentimiento de venganza. Creo que Martín considera a esta nueva oportunidad como una revancha.
EliminarEn cuanto a Belén, la hija, podríamos decir que está en una burbuja. Pero también recibe el afecto que tiempo atrás no recibía del padre.
Gracias por comentar :D