El negocio del arte o el arte del negocio
¿Por qué los artistas pasaron a formar parte de una estructura feudalista?
El título no
hace alusión a cuestiones de gerenciamiento. Tampoco el presente escrito
brindará herramientas sobre cómo realizar un negocio exitoso. Lo que a
continuación trataré de explicar está totalmente alejado al mundo del
management.
Lo cierto es
que cuando hablo de arte, me refiero a las bellas artes. A las expresiones
artísticas. Cuando digo negocio me refiero al ambiente mercantil que pulula
alrededor de las bellas artes.
Lo que a
continuación trataré de plasmar tiene que ver con cómo los artistas están
inmersos en el mundo de los negocios que inexorablemente deben atender y deben
saber estar.
Hace ya cuatro
años que transito distintos escenarios, en los que desarrollo distintas
disciplinas: stand up, poesía oral y música.
A lo largo de
este corto tiempo he visitado varios lugares. Me he presentado en bastantes
ámbitos, todos ellos, en algunos aspectos, parecidos y en otros muy distintos.
Todos se parecen en algo: permiten que expreses lo que pensás sin
restricciones. Luego están las diferencias que tienen que ver con el manejo
gerencial del lugar, costos, tiempo asignado e infraestructura.
Fui a lugares
muy under, como se le dice acá a los
lugares que son poco masivos y que tienen una cartera de clientes muy selecta,
particular o que maneja cierto código común. Fui, también, a otros lugares que
no son tan under y qué están en un nivel intermedio: hay gente que elije entrar
al lugar y que no necesariamente tengan características afines al lugar o a la
gente que presenta el show, pero que aun así la gente que va es invitada o
atraída de manera casi casual por el lugar. El último tipo de lugar vendría a
colocarse en lo que se llama la escena
principal o la main screen, que
son lugares bien ubicados, a la vista de todos, y en el cuál la gente recurre
masivamente y entran a los shows por propia convicción.
Hasta acá sólo
he descripto tres tipos de escenarios. Las descripciones son muy generales pero
lo que quiero expresar es que hay diferencias notorias entre el primero y el
último escenario.
La
infraestructura es lo que menos me preocupa para estos casos. Pero si aclarar
que los escenarios del under y los que están en el medio carecen del
equipamiento técnico que si tienen los escenarios de alto nivel; pero, no
obstante, los escenarios del under y de los que están en el medio tienen buen
equipamiento. En los tres se pueden hacer shows aceptables.
Pude ver, en
este corto tiempo, cómo se trata al artista en el mundo de los negocios. Y creo
yo que no muy bien. Es decir que no es que se lo trate mal a nivel personal,
pero si se estima hacer un negocio permanente con el artista por parte de
algunos dueños de sala y/o productores.
Ya no importa
cuál es la propuesta sino cuánta gente podés traer. No se trata de darle más
facilidades al tipo que está recién arrancando, sino de ver hasta cuanto le da
para seguir sosteniendo económicamente de su bolsillo el espectáculo que está
haciendo.
Y en esto hay
que saber diferenciar. No es lo mismo ir a hacer alguna presentación gratis y
de onda porque un amigo te pidió que vayas; a ir a actuar a un lugar y tener
que soportar todos los embates solo, ya no importa únicamente si tenés que
poner plata o no, también hay exigencia: de tiempos, de coordinación, de
comunicación, de publicidad, de negociación, etc., etc., etc. Pero todo esto se
da en un contexto similar a un restaurante de comidas rápidas. Tiene que salir
como sea y tiene que ser redituable. Si no da algún tipo de ganancia no es
bueno. Es un poco la lógica capitalista que se ha transpolado al mundo de las
bellas artes.
El que hace
algún tipo de arte quiere actuar y mostrarse a toda costa y en definitiva
aguanta cualquier embate. Paga lo que tiene que pagar, hace una hora de
espectáculo, entrega a horario, coordina con su equipo, negocia con los
organizadores o dueños de la sala, publicita el evento en cuanto baño de bar
encuentre, etc., etc., etc.
Pero también el
artista hace todo como puede y me parece perfecto. La crítica no es esta. Tiene
que ver más con la especulación económica generada alrededor de un tipo que
sólo quiere mostrar lo que hace.
Esto se da
mucho en la escena principal. Porque el tipo va hace todo lo que tiene que
hacer y ante el mínimo error cae ante él una suerte de acreedores queriendo lo
suyo. El tipo otorga esas concesiones pero después no le queda más resto y
decide retirarse de la escena principal hacia otro lugar más under.
Claro está que
lo de “el mínimo error” y lo de “los acreedores” es un ejemplo exagerado. Pero
nos da también a pensar en esto: ¿estamos dejando que sólo los que pueden
bancar económicamente estos espacios se mantengan? Entonces, ¿qué se está
pregonando: calidad o venta de boletos?
Hay una suerte
de error en todo este sistema que obliga al artista a bancar todo esto. Cuando
ni por azar debería ser así, o por lo menos no a niveles tan especulativos. Se
debería dar la oportunidad o las facilidades para que una obra pueda mantenerse
en cartel por equis cantidad de meses. Aunque si uno se pone a pensar mejor,
son decisiones políticas. Y no estamos en presencia de un gobierno muy
pro-cultural que digamos (se entendió la sutileza ¿no?).
¿Qué le pasa
al artista cuando ve que no tiene un mango para pagar tan onerosos espacios? Se
mueve a sectores más clandestinos o poco frecuentados. ¿Y después que le pasa?
Vive sabiendo que deberá trabajar toda su vida remachando zapatos —sin
desmerecer al oficio—, pero sabiendo, también, que jamás tendrá oportunidad de
aunque sea mostrarse a cien personas o seguir perfeccionándose y en el mejor de
los casos vivir de lo que ama.
Y pero ¿qué
pasa con el tipo que sólo quiere mostrarse? Si bien no sufre tanto porque solo
quiere mostrar lo que hace sin importar dónde, también es cierto que no se le
muestra un camino de oportunidad; una puerta en dónde pueda mostrar a más gente
lo que hace; una chance para que pueda vivir. Este tipo de artistas, sumamente
respetables, son los que más convienen, porque no son pretenciosos. Pero
también es cierto que caen en ese lugar por dos razones: resignación o
elección.
Es claro que
nadie puede vivir de lo que ama, no todos pueden vivir del arte y mucho menos
en este sistema. Pero también se puede decidir. El artista debe entender que
está en una posición de poder absoluta con respecto a las demás partes
negociadoras. Debe entender que es él quien hace de los escenarios lo que son.
Tiene que entender que es el que hace que los lugares ganen dinero.
Y entonces
debe saber que tiene el poder de elegir. Elegir en qué lugar estar. Elegir a
quién generarle el negocio y a quién no. Elegir qué decir y que no. Elegir el
tiempo que respete: tanto a las obras venideras como a la suya, y en caso de
excederse hablar con los que vienen después y llegar a un acuerdo sin la presión
de que le pueden cobrar más.
De esta manera
hacer entender que los que son de afuera no pueden poner un precio al arte,
pero que nosotros sí. Y la pregunta final que hago es ¿Es posible desarticular
el sistema mercantil que gira alrededor de las bellas artes? ¿Por qué no
hacerlo? ¿Por qué no pretender que los lugares no sigan haciendo del arte un
negocio?
Como
conclusión de todo esto quiero aclarar que no estoy en contra de nadie y de
ninguna forma de negocio. Entiendo que hay costos que asumir y entiendo que hay
un espacio que mantener. Y me parece mejor que se mantengan espacios para
actuar y no que sean cerrados. Lo que si no comparto es que se tome al artista
como puntapié inicial para encarar un negocio especulativo. Tampoco comparto la
forma vertiginosa con que se trabaja en la escena principal. ¿Debe haber un
negocio? Sí, porque también hay que ganar dinero, pero la pregunta sería ¿cómo
debería ser el negocio? ¿Estricto? ¿Flexible? ¿Cerrado? ¿Abierto? Si queremos
que el arte sea un negocio redituable y de calidad hay que replantearse el
sistema.
Asimismo creo
que no está dada la decisión política que permita que muchos más artistas se
muestren. Es decir hay unos atisbos por crear movidas culturales, pero no
suelen ser muy abarcativas. Pero para que esto cambie tiene que haber un gobierno que también provea herramientas a los dueños de salas.
Con respecto a
los espacios conozco unos cuantos en los que los artistas trabajan codo a codo
con los dueños o coordinadores de los espacios. Y es en donde salen los mejores
shows. No los voy a nombrar pero son gente que trabaja por y para los artistas
y les interesa el arte. Y asumen todos los costos sin tener que cobrar nada, solo
que un treinta por ciento de la recaudación.
Las políticas
que embanderan secretamente el negocio terminan generando que muchos productos
de alta calidad tengan que relegarse a espacios menores. Pero la perdida es
realmente mayor. Porque lo que se pierde es parte de un patrimonio cultural.
Aquellos que hacen negocio, de alguna forma, contribuyen a que la cultura se
pierda y la gente no pueda enriquecerse de esa obra.
A todo esto.
Recomiendo abiertamente ir a lugares under y ver una obrita de teatro, en el
cual el público seas vos y cinco personas más. Seguramente ahí haya una joya.
SALUDOS!!!!
0 Comentarios:
Publicar un comentario